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miércoles, marzo 14, 2007

Don Gastón

En Chile, tenemos la costumbre de justificar nuestros errores con una mentira. Lo complicado es que comenzamos a creerlas como si fueran una realidad y las incorporamos a nuestra cultura a través de mitos y leyendas. Es especialmente en el extremo sur de nuestro país, donde se nota con mayor claridad la picardía y la capacidad de invención que albergan estos relatos.

Sin ir más lejos, el caso emblemático de esa región, específicamente en Chiloé, es el del Trauco. Ser supuestamente mitológico, de apariencia horrible; pero con una mirada cautivante. Esta criatura perversa rondaba los bosques a la espera de mujeres solteras que cruzaran por sus dominios para luego profanar sus cuerpos y dejarlas embarazadas.

Este hombre realmente existió, pero hace unos cincuenta años, por lo que es biológicamente imposible que aún siga con vida. En realidad él era el encargado de cuidar esos terrenos y debido a esto es que siempre se le veía rondándolos, con una actitud un poco intimidante para todos aquellos que se cruzaran.

Que no era muy agraciado físicamente es algo que no se puede negar. Nariz y dientes torcidos; una piel oscura y seca, eran las características principales de su cara. Por otro lado, su cuerpo velludo y robusto eran los ingredientes que faltaban para completar su apariencia hosca, aunque eso no lo convertía ni en un depravado ni en una persona violenta.

El verdadero nombre del Trauco era Gastón Martínez. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde obtuvo su sobrenombre, pero lo que si se comenta es que posiblemente fue porque siempre cargaba un trabuco entre sus manos para ahuyentar a los posibles animales salvajes que pudiese encontrar en su camino.

Gastón y su señora vivían en una casa sumergida en lo vasto del bosque chilote. Ella pasaba la mayor parte de su tiempo sola en su hogar, una vez al mes iba a la ciudad a gastar parte del sueldo de su marido en las provisiones necesarias para su subsistencia, aunque nadie en realidad la asociaba con él, porque ella gozaba de una belleza y simpatía cautivantes.

Las jóvenes solteras acostumbraban visitar el bosque en compañía de sus pretendientes, para así evitar comentarios y reprimendas de sus padres, por lo que no era extraño que hubiera un constante flujo de parejas en aquella locación que todos asumían vacía. Los Martínez se encontraron en más de una oportunidad frente a estos actos lascivos, pero hacían caso omiso para no perjudicar la tan cuidada reputación de estas mujeres

Nuestra sociedad siempre se ha destacado por despreciar a todas aquellas mujeres que se convierten en madres solteras, y Chiloé no es la excepción. Producto de ello es que se volvió costumbre entre las mujeres del lugar el culpar de sus travesuras lujuriosas a este huraño hombre que no tenía como defenderse porque vivía alejado de la ciudad.

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